Cuando el diablo fue por un brujo a Leon Guanajuato



         Esto ocurrio en los años 80s y 90s , en aquella época, en la esquina de la calle Cuauhtémoc y 20 de enero, en pleno corazón de la ciudad, se desató la leyenda urbana más famosa de León.


En dicha esquina existió una funeraria, donde una noche fría, cerca de 20 personas se encontraban velando el cuerpo de un familiar; sin embargo el hombre no era una persona cualquiera: era el brujo más conocido del municipio de San Pancho.


Las calles del centro fueron testigos de lo que ocurrió ese día, además de doña rita, una señora que contaba que esa noche, una de sus hijas entró despavorida a su casa, agitada me contó:


 - Mamá dos autos chocaron en el cruce de la calle Cuauhtémoc y 20 de enero.


 Asustada me relató que la gente salió corriendo de la funeraria y gritaba desesperadamente: 


- ¡Se llevaron el cuerpo!, ¡se llevaron el cuerpo!.


 Pero esa noche prefirí no salir por temor -aseguraba-.


Algunos vecinos dicen que una ráfaga de viento entró por la puerta principal del negocio, y que de pronto, una oscuridad total envolvió el lugar, los asistentes confundidos y asustados pedían a gritos unas veladoras, pues no era visible nada.


La señorita que trabajaba en el lugar sacó unas veladoras, las cuales encendió rápidamente, cuando el cuarto se iluminó, todos quedaron perplejos, ya que junto al ataúd se encontraba un hombre vestido de negro, el cual abrió, sacó el cuerpo y se marchó.


Al ver lo ocurrido, la gente salió corriendo del lugar, aventando todo a su paso, cayendo las veladoras al piso; pronto, la funeraria ardió en llamas, las cuales consumieron parte del negocio, pero los dueños de las instalaciones jamás regresaron al lugar.


Al siguiente día, muy temprano, los confundidos familiares regresaron a la funeraria en busca del cuerpo o de algo que les diera respuesta a lo ocurrido, pero jamás encontraron nada, "dicen que al brujo, se lo llevó el catrín", indicaba doña rita


Después de esa noche nada volvió a ser igual,  un par de años despues de esa noche, algunas señoras llegaban al lugar, se hincaban y ponían unas veladoras para después ponerse a rezar, pero a la medianoche se escuchaban animales y ruidos de ultratumba dentro de la finca.





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